De entre todos estos expositores, cabe mencionar por su interés el que homenajeaba al mítico Lancia Delta Integrale por su 25 aniversario, la pequeña representación que se exhibía de la impresionante colección del museo “Torre Loizaga” (del que por cierto tenéis un artículo en nuestro blog), o la del coleccionista privado Alberto Lerchundi, con algunas rarezas como un Seat 600 Caba, un Fiat 1500 Cabriolet diseñado por Pininfarina, un Lotus Elan o un Hispano Alemán Mallorca. Aunque para ser sinceros, pocas cosas más realmente interesantes se pudieron ver…
Salvando algún otro stand más como por ejemplo el de la empresa de restauración “Cars 1247”, el del club Goggomobil, y unos pocos más de diversas asociaciones y clubs, el resto parecía estar un poco de relleno. Como ya ha venido sucediendo en pasadas ediciones, había mucho puesto de herramientas, coleccionables varios, camisetas, golosinas, miniaturas, etc, etc, que la verdad es que en mi opinión sobran (o al menos abundan demasiado), ya que lo realmente atrayente de un evento de este tipo es poder contemplar vehículos que destaquen por su rareza, valor, características…, resumiendo, de esos que no se ven con frecuencia, y no ocupar pasillos y pasillos de stands que poco o nada tienen que ver con este mundo de los clásicos.
Aparte de todo esto, y como también viene siendo ya habitual, se celebró de forma paralela en un pabellón anexo el tradicional Motorshow, disputado este año como novedad sólo con vehículos clásicos, y estando inscritos por ejemplo varios BMW serie 3, Porsche 911, Simca Rallye, Lotus Seven, Ford Escort, Seat 124, etc.
Hay que reconocer que la idea es buena, el espectáculo está garantizado, y como el acceso al motorshow está incluido en la entrada ayuda a que se acerquen más personas y mejore el ambiente, pero yo sigo pensando que montar el circuito en un pabellón cerrado no parece lo más acertado. Tanto el ruido como los gases acumulados por la poca ventilación hacían difícil aguantar allí dentro más de 10 minutos, que es el tiempo que tardé yo en salirme, por lo que al final no se puede disfrutar a fondo del espectáculo. Una pena.
Otro tema espinoso y que todos los años es motivo de controversia es el aparcamiento que la organización facilita para los aficionados que se acercan con su clásico y que está situado en otro pabellón anexo al principal. De nuevo la idea es excelente, ya que el ambiente en general gana mucho y los asistentes a la feria pueden ver de cerca los vehículos de otros aficionados, pero la ejecución, lamentablemente, deja mucho que desear.
Como también ya ha sucedido en anteriores ediciones, el citado aparcamiento se acabó convirtiendo en una amalgama de coches clásicos, preclásicos, coches actuales, coches tuneados, “clásicos” entre comillas (sólo porque tienen más de 25 años) sin ningún interés, en mal estado, o directamente algunos que parecían que estaban sacados de un desguace (yo vi entre otras “joyas” un VW Golf CL serie 2 con la defensa trasera colgando y todo el lateral abollado), y demás morralla que en mi opinión deslucen bastante el evento y que dan la impresión de que aquello es un “todo vale”. En honor a la verdad, también se pudo ver alguna cosa realmente destacada, pero la opinión generalizada es que no estaría mal un poco más de rigor y selección a la hora de dejar entrar al personal al susodicho aparcamiento.
Por último, y antes de dejaros con algunas fotografías de cosecha propia, anotar un punto a favor de la organización por el hecho de mantener el precio de la entrada en 10 Euros como en ediciones pasadas, algo de lo que deberían aprender otros…
Apuntar que estos tres últimos vehículos pertenecen a la colección de Alberto Lerchundi.