La gran mayoría de los integrantes de este selecto club de “los potros salvajes” vieron la luz allá por las décadas de los 80 y 90 gracias principalmente a la popularización de los GTI y los deportivos más o menos asequibles para el españolito medio, ya que, si bien anteriormente también hubo algún miembro destacado de esta sociedad su difusión fue mucho más escasa. Ese citado periodo histórico fueron tiempos en que los motores ya presumían de una respetable cantidad de potencia y además no estaban lastrados por las restricciones en materia de anticontaminación que poco a poco se fueron imponiendo (entonces las emisiones y el consumo no tenían la importancia que tienen ahora), por lo que poseían habitualmente un fuerte temperamento y un “nervio” que actualmente se ha suavizado. Por el contrario, otros elementos como el chasis, suspensiones, frenos o neumáticos no estaban tan evolucionados, estando además la electrónica aún en pañales y brillando por su ausencia elementos hoy en día imprescindibles como los controles de estabilidad y tracción o los frenos ABS que tanto ayudan a los menos avezados a controlar un vehículo y que tantos accidentes han evitado, por lo que en algunas ocasiones el resultado de este coctel explosivo que mezclaba mecánicas asilvestradas con bastidores endebles era un automóvil totalmente sobrepasado por el motor que presentaba una conducción complicada no apta para todas las manos.
El asunto se ponía aún más “interesante” si alguna marca se atrevía a lanzar un deportivo que combinase dos elementos mecánicos: la tracción delantera y un rabioso motor turbo. Es bien sabido que a partir de cierto nivel de caballaje el eje delantero sufre mucho para trasladar todo el empuje al suelo, razón por la que se suele emplear normalmente la tracción trasera o incluso la total para potencias altas, y que un propulsor con turbo tiene una fuerza y una patada notablemente superiores a uno atmosférico, por lo que si combinamos ambos y la parte ciclo no está a la altura el resultado será con toda probabilidad un coche, digamos que, con un carácter “difícil”…
Aunque esta lista se podría ampliar con algún ejemplo más (Opel Kadett GSI 16 válvulas de 157 cv, Renault 5 GT Turbo o Ford Escort RS Turbo por citar alguno), y dejando claro que no incluimos a superdeportivos como los Ferrari, Lamborghini, Porsche 911 Turbo, etc., nosotros hemos seleccionado a los que quizá sean los tres “potros salvajes” más destacados y radicales del club. Vamos a pasar ya a conocerlos un poco más en profundidad:
ROVER 220 COUPE TURBO