La historia comienza cuando un acaudalado doctor americano les hizo un encargo. Quería algo especial, algo único y diferente, quería nada menos que crear a partir de un E-Type serie I pero con concepto de roadster moderno.
Paul Brace, director técnico de Eagle, aceptó el reto, echó a volar su imaginación y dibujó el primer boceto, al doctor le entusiasmó la idea y se pusieron manos a la obra para crear la unidad Nº 1. Obviamente todo el trabajo de la carrocería fue a la antigua usanza: fuera ordenadores y utilización de mano de obra artesanal para esculpir formas a base de martillo. El resultado fue tan espectacular y suscitó tanto interés que tuvieron que construir otra unidad en color “negro cognac”, y entonces ya llegó la apoteosis: el auto se hizo mundialmente famoso, apareció en Top Gear enamorando a J. Clarkson y los millonarios aficionados al motor se pegaban por uno (Simon Cowell fue uno de los que sucumbieron a sus encantos).
El Speedster, además de modernizar las líneas del E-Type, pone al día su mecánica con un 6 cilindros en línea de 4.7 litros y sonido celestial que está construido en aluminio y equipa una moderna inyección electrónica. Además monta una caja de cambios manual de 5 velocidades, diferencial autoblocante, suspensiones y frenos de alto rendimiento actuales y llantas y neumáticos más grandes que el original. El peso total de unos 1000kg sumado a 350CV de potencia nos invitan a pensar que no es un vehículo precisamente lento, aunque tampoco imagino a uno de sus afortunados propietarios circulando “con todo” y arriesgándose a dañar esta joya…
Pero más allá de cualquier dato técnico, que en un auto tan especial pasa incluso a segundo término, el Eagle Speedster pasa por ser en mi opinión lo más bello sobre ruedas que he visto en mi vida. Si el original de los años 60 ya es precioso, su alter ego moderno tiene un atractivo insuperable, realmente me parece algo sublime. Haciendo honor al nombre de la sección, es un auténtico sueño sobre ruedas.