La persona decisiva para llevar adelante el desarrollo de este coche fue el ingeniero Ferdinand Piëch (nieto de Ferdinand Porsche), quien estaba al mando del centro de desarrollo de Audi y tenía además, gracias a sus lazos familiares, una relación muy cercana con la marca creada por su abuelo, marca que colaboró de forma fundamental en la creación del RS2. Fuera parte de la aportación de Piëch, las buenas relaciones existentes en aquellos momentos entre las dos marcas alemanas facilitaron también mucho las cosas y, partiendo de un simple Audi 80 Avant (plataforma B4), un equipo de ingenieros de ambas firmas trabajaron en común hasta crear una bestia capaz de poner en aprietos a los mejores deportivos de la época, Ferrari 348 y Porsche 911 incluidos. La colaboración no acabó ahí, ya que el proceso de montaje del RS2 era llevado a cabo de forma artesanal en la planta Porsche de Zuffenhausen, misma factoría de donde salieron el Mercedes 500E (un magnífico coche producto de otra fructífera colaboración) y el legendario 959. Audi además nunca ocultó que una buena parte de la excelencia lograda por este deportivo atípico se la debía a Porsche, y una muestra de ello es que el nombre de esta marca aparece en multitud de elementos del RS2, como las pinzas de frenos, las insignias que luce tanto en la parrilla delantera como en la parte posterior o el claramente visible “Powered by Porsche” estampado en el motor (salvando las distancias, caso similar al “System Porsche” de lucían los Seat).
Conocida un poco mejor su historia vamos a pasar a analizar ahora los aspectos técnicos del RS2, comenzando por uno de los elementos más destacados del coche, su potente y temperamental motor. Estamos ante un 5 cilindros en línea que cubica 2.226 cc con 4 válvulas por cilindro y gestión electrónica Bosch Motronic que está alimentado por un turbocompresor marca “KKK” de generosas dimensiones (con su correspondiente intercooler) y que rinde una potencia de nada menos que 315 cv a 6.500 rpm y un par de 42 mkg a 3.000 vueltas. Las mágicas manos de Porsche fueron las responsables de que este motor, que era el empleado en el S2 Coupé, pasara de ofrecer 230 cv en éste a la cifra señalada anteriormente, modificando para ello los conductos de admisión y escape y los árboles de levas, instalando unos inyectores de mayor caudal, una gestión electrónica optimizada y, especialmente, un turbo de mayores dimensiones que soplaba a una presión máxima de 1,4 bares. Con todas estas modificaciones llevadas a cabo este propulsor alcanza una potencia específica de unos 140 cv/litro, dato que hace 20 años (e incluso hoy en día) es digno de destacar. Las prestaciones como cabe esperar son estratosféricas, empleando poco más de 5 segundos para el 0-100 kms/h y unos 25 para el 0-1000 m., con una velocidad máxima ligeramente superior a los 260 kms/h., aunque también hay que mencionar que el carácter de este motor es bastante salvaje, ya que por debajo de 3.000-3.500 rpm apenas hay respuesta pero cuando se supera este régimen el coche sale disparado hacia delante como si fuera un cohete. Estamos por tanto ante un destacado representante de esos turbos del tipo “todo o nada” de antaño, divertidos y excitantes pero incómodos para el día a día y exigentes en su conducción.
Otro aspecto crítico relacionado con todo esto es su consumo, que como se puede prever se mueve entre cifras altas… y muy altas, ya que es bastante difícil bajarlo de los 10 litros incluso a velocidades legales y puede llegar a rondar los 30 si practicamos una conducción decididamente deportiva, a lo que hay que añadir que se recomienda utilizar gasolina de 98 octanos por su alta relación de compresión (9,0:1 para un motor turbo no está nada mal…) Aparte de este potentísimo motor tenemos otras características técnicas muy interesantes, como por ejemplo un cambio manual de 6 velocidades (algo poco común en los años 90 y que también es de procedencia Porsche) con unos acertados desarrollos y una tracción integral permanente marca de la casa con diferencial central autoblocante Torsen (que reparte de la forma más efectiva el par entre los dos ejes de forma constante) y trasero con bloqueo manual por debajo de 25 kms/h (para arrancar en condiciones de muy baja adherencia como por ejemplo sobre hielo o nieve).
Una de las pocas pegas que se le pueden poner a este Audi es su elevado peso, ya que estamos hablando de unos 1.650 kgs reales en orden de marcha y, casi peor que esto, su reparto, que con un 57 % delante y un 43 % detrás significa que tenemos casi una tonelada sobre el eje delantero, algo que, como es lógico, condiciona que su comportamiento al límite sea claramente subvirador (tiende a irse de morro). Eso sí, que nadie dude de sus condiciones dinámicas porque el RS2 es un coche velocísimo que en su terreno favorito (carreteras en buen estado con curvas medias y rápidas) permite circular a unas velocidades de infarto, contando además con el plus de seguridad y tracción que aporta su elaborada tracción total.
El RS2 es un automóvil que, al menos en mi opinión personal, tiene un futuro como clásico valorado bastante prometedor por varios motivos, siendo los principales que es un precursor en algunos aspectos que ya comentamos al inicio del artículo y, especialmente, por ser el fruto de una colaboración con una marca del prestigio de Porsche. Aparte no hay que olvidar que su producción de menos de 3.000 unidades lo hace ser un coche bastante exclusivo y que en poco tiempo será considerado ya un clásico con todas las de la ley al cumplir los 25 años. Si a todo esto le sumamos que conjuga como ningún otro unas prestaciones de locura con el espacio de un familiar y que en algunos países ya posee esa aureola de coche mítico y coleccionable no es descabellado pensar que a corto-medio plazo su cotización suba como la espuma.
Consultando las habituales webs de compraventa de vehículos podemos comprobar precisamente su exclusividad, ya que actualmente los ejemplares a la venta en nuestro país no llegan siquiera a la media docena, y aunque ampliemos el radio de búsqueda por toda Europa la oferta sigue siendo bastante escasa, con apenas unas 6-8 unidades disponibles más. La horquilla de precios se mueve, salvo contadas excepciones, entre los 20.000 y los 25.000 euros como máximo, con unos kilometrajes que rondan en la mayoría de los casos los 200.000 kms., pudiendo encontrar alguna unidad concreta con pequeñas diferencias tanto por debajo como por encima.
El hecho de ser un Audi, que además está fabricado por Porsche, nos da una cierta garantía de fiabilidad, aunque más importante que los kilómetros recorridos es el mantenimiento y cuidados que haya tenido durante su vida. Como buen deportivo de altas prestaciones, este Audi requiere un mantenimiento muy estricto debido a lo apretado que está su motor (importantísimo por ejemplo utilizar siempre un aceite de la máxima calidad), aparte de respetar las típicas precauciones como no “darle caña” en frio, esperar un par de minutos al ralentí antes de apagar el motor después de exigirle al máximo para que refrigere el turbo, o no excedernos con las típicas salidas a fondo desde parado que castigan las trasmisiones y el embrague. De todas formas, como suele suceder con la gran mayoría de vehículos de estas características y con estos años, no es la opción más indicada para su uso como coche de diario ya que los gastos que acarrea son muy altos, las posibles averías costosas y algunas piezas pueden ser difíciles de encontrar, por lo que lo más recomendable sin duda es su adquisición como coche de capricho para un uso ocasional. Por último, como siempre recomendamos también, lo ideal es buscar un ejemplar que esté de estricta serie y no haya sufrido ningún tipo de modificaciones ya que siempre serán los más valorados.