Pero cuando las cosas se hacen mal desde el principio, algo muy habitual en la industria británica que la ha llevado hasta donde está ahora, las cosas acaban muy mal.
Aston Martin desde su fundación en 1914, ha vivido escasos momentos de tranquilidad económica. Sin duda la mejor etapa de Aston Martin fue entre 1947 a 1972, en donde fue adquirida por Sir David Brown y donde se ganó todos los galones que hoy en dia mantiene, de coches rápidos, lujosos y que competían cara a cara sin rubor con alemanes, americanos e italianos.
Casí al mismo tiempo que Brown se hacía con las acciones de Aston, también hacía lo mismo con Lagonda, un fabricante de autos de lujo fundado en 1906 y cuyo mayor activo consistía en tener entre sus filas a W.O Bentley, un brillante ingeniero inglés que había diseñado un poderosísimo motor V12. Y si, efectivamente, W.O. Bentley es el mismo Bentley que el de la marca hermana de Rolls Royce, de donde había partido en 1935 tras haber mantenido con ellos de una agria disputa legal en tribunales.
Fue Bentley quien trajo ideas frescas a Aston Martin y así nació la famosa serie DB (nombrada así en honor a David Brown), cuyo primer modelo desembarcó en 1948 (el 2 Litros Sport) y que comenzaría a obtener su personalidad característica a partir de 1950, con la llegada del DB2.
Pero bueno, eso es una historia muy larga, vamos a ocuparnos del Lagonda. Una vez pasada la época de David Brown, Aston Martin cambió de dueños en 1972 acuciada de graves problemas económicos y con un desfase técnico importante. Y volvería a cambiar de dueño en 1974. Mientras había lanzado un bonito coche, el original Aston Martin Lagonda, o Lagonda Series 1, que es una auténtica maravilla de coche, de una factura intachable, un auténtico Aston Martin clásico.
La idea era clara: hacer un coche extremadamente moderno y con un lujo de altísimo nivel, el precio que se cobraría por él no importaba, si tenía que ser muy caro, mejor. El diseñador habitual de la firma, William Towns (que había diseñado el Series 1), se despachó con un auto enorme y carente de líneas redondeadas. Towns había hecho una obra maestra, una versión cuatro puertas o Saloon (como dicen los británicos) de un Lotus Esprit, y había roto con la imagen del cualquier Lagonda anterior. El coche era enorme, de 5.281mm de longitud aunque parece menos debido a su diseño afilado y solo levantaba 1.302mm del suelo. Espectacular sin duda. La base estaba puesta, y ya solo faltaba un motor y una bastidor al nivel que se esperaba de una marca como Aston Martin.
Para justificar las 33.000£ que costaba el Lagonda en el mercado (equivalente a unos 220.000€ de hoy), Towns decidió equipar al coche con lo último en tecnología. Esto involucraba una computadora a bordo (la primera de su tipo), y un panel de instrumentos tan futurista que sería equipado con tecnología LED - en una época en donde el término era desconocido para casi todos y su nivel de desarrollo bastante escaso -. Sumado a su lujosísimo interior, el Lagonda parecía estar a la altura de los sedanes más caros del mundo de aquel momento, como lo eran el Rolls-Royce Silver Spirit o el Bentley Mulsanne.
Los fallos en la computadora e instrumental del Lagonda son legendarios, lo cual resulta un bochorno si uno considera que los costos de desarrollo de dicha tecnología superaban en proporción 4 a 1 al costo de fabricación del auto en sí. Poco tiempo después, en las series Mk2 la tecnología LED sería reemplazada por instrumentos con tubos de rayos catódicos (como las TV antiguas), los cuales eran difíciles de visualizar y traerían sus propios problemas.
Series 1: 1974-1976: No es el que nos ocupa aquí. Es un auténtico clásico apreciado y muy buen coche.
Series 2 (1976-1984): El original, con su V8 5.3 de cuatro carburadores, 280CV e instrumentación de paneles LED y touch pad.
Series 3 (1985-1988): Se cambian los 4 carburadores por un sistema de inyección electrónica secuencial de Weber/Marelli. El motor (código V/585) es más eficiente y consume algo menos. Externamente es idéntico al Mk2. En su interior los LED fueron cambiados por tecnología de rayo catódico. También al ordenador de a bordo se le puso un sintetizador de voz que avisaba si te quedaba poca gasolina o llevabas la puerta abierta
Los últimos Series 3 (en concreto 75 unidades) tienen un sistema de fluorescencia de vacío similar a la utilizada por algunos Vauxhalls y Opel en vez de los tubos catódicos.
Series 4 (1988-1990): Town volvió a Aston Martin a hacer una pequeña renovación del vehículo antes de su retirada final. Las líneas son algo más suaves en general, los faros escamoteables se retiran y se sustituyen por seis faros fijos. A veces se dice que los Serie 4 no son como Towns quiso, sino que uno de los dibujantes de planos equivocó unas anotaciones de Towns haciendo que el coche perdiera un poco su línea afilada, pero que el error se detectó tarde y ya se habían hecho los moldes para los nuevos coches. Nunca se sabrá, pero así se quedó.
Aston Martin Works, una división interna de Aston, hizo variantes tales como limusinas y shooting-brakes, algunos de ellos muy apreciados económicamente hoy en día por su exclusividad y su extraña forma.
Adelantado a su tiempo... o fruto de un intempestivo arranque de creatividad, lo cierto es que el Aston Martin Lagonda dejó su huella, dando a sus dueños una muestra (fallida) de lo que el futuro de la industria automotriz les depararía. Lástima que la electrónica aun distaba mucho de haber sido perfeccionada para ser incluida en una producción en serie, lo cual resulta más insultante si uno considera la fortuna que costaban estos vehículos, aunque supongo que si tenías ese dinero para gastarlo en un coche, tampoco te impediría llegar a fin de mes el llevar el coche al taller cada semana…
Un pena de sueño futurista al estilo británico que nunca llegó a cuajar...