El creador de este vehículo tan especial fue el afamado piloto, mecánico, organizador de rallys y director de escudería orensano Estanislao Reverter (también conocido como “Lalao”), sin duda una de las personas que más han contribuido a la promoción de los rallys en España en general y en Galicia en particular. Este gran apasionado de la mecánica y la competición tuvo la genial ocurrencia de combinar en un solo coche la ligereza y manejabilidad de los Renault Alpine con la potencia bruta y la fiabilidad de los Porsche 911, sin duda dos de los vehículos punteros de las carreras que se disputaban a finales de los años 60.
Así con todo, lo cierto es que el nacimiento del Alpinche se debió en gran medida a una serie de acontecimientos fortuitos que comienzan con la adquisición en el año 1969 por parte de Estanislao de un Porsche 911 R, el cual era una versión de competición potenciada y aligerada (R viene de Rennen, que significa carreras) del famoso deportivo alemán. Al año siguiente, “Lalao” le prestó su exclusivo 911 R (del que por cierto tan sólo se fabricaron 24 unidades) al piloto José Pavón para que pudiera disputar el Rally de Orense, con tan mala suerte que éste sufre un fuerte accidente que destroza el vehículo, aunque afortunadamente el motor y una buena parte de los componentes mecánicos quedaron intactos. Dado que en aquellos años era poco menos que imposible importar una carrocería de Alemania para reparar el 911, el genial Estanislao estuvo dándole vueltas sobre que hacer con todos estos componentes que se salvaron del siniestro, hasta que tuvo la brillante ocurrencia de comprar un Alpine A110 1.300 con la idea de desmontarlo y acoplarle el motor y toda la parte mecánica que fuera posible procedente del Porsche siniestrado, comenzando así la historia de este híbrido que pretendía aunar lo mejor de estos dos auténticos mitos de los rallys. Antes de continuar con la historia creo que es preciso aclarar que la creación de este tipo de prototipos tan espectaculares como el Alpinche sólo fue posible gracias a la reglamentación que existía en aquellos años, la cual permitía participar en competición a estos vehículos artesanales tan modificados y tan alejados de un coche convencional producido en serie, algo que por desgracia terminó en 1976 que es cuando fueron prohibidos.
El nombre con el que se conoce a este vehículo también tiene una curiosa historia detrás ya que su creador le bautizó en primera instancia como “REALPOR” (REverter, ALpine y PORsche), aunque realmente muy pocas personas le conocen por esta denominación. Fueron los aficionados que estaban en las cunetas los que espontáneamente le bautizaron como “ALPINCHE” (ALPINe y PorsCHE) y fue finalmente con este nombre con el que ha pasado a la posteridad.
Ahora bien, aunque en la teoría la idea de fusionar estos dos fantásticos deportivos parece genial y toda llena de ventajas, a la hora de ponerse manos a la obra os podéis imaginar que el diseño y la fabricación fueron complicadísimos, y lo cierto es que conseguir ensamblar el motor y demás componentes del Porsche en el Alpine fue un trabajo digno de elogio.
La distancia entre ejes no se modificó, pero en cambio la anchura de vías tanto delantera como trasera se incrementó generosamente, así como los pasos de rueda. Las llantas eran unas Targa específicas con una medida de 7X13 pulgadas, calzadas con unos neumáticos Dunlop Racing. Otros componentes mecánicos como los frenos, la dirección de cremallera, e incluso gran parte del interior (instrumentación, asientos, palanca de cambios o pedalier por ejemplo) también fueron tomados del 911. Evidentemente todo este proceso de fabricación fue muy complejo dado su carácter artesanal y los limitados medios con los que se contaba, llevándose por cierto todo ello a cabo en el propio taller propiedad de Estanislao, el cual era un concesionario oficial Land Rover.
Hay que resaltar asimismo el hecho de que el Alpinche estuvo durante toda su vida recibiendo continuos cambios y mejoras en diferentes aspectos, intentando como es lógico hacerlo más competitivo y a la vez más “conducible”, y así por ejemplo, su primer motor fue un 2.4 que rendía unos 220 cv, pero en su última etapa ya equipaba un potente 2.7 que rondaba los 270 cv. Como dato curioso, con esta potencia los palieres se rompían a menudo, por lo que la solución del bueno de Reverter y sus mecánicos fue adaptar ¡los que se montaban en los Land Rover! No hay duda que de ingenio iban sobrados…
Incluso su aspecto exterior se vio modificado (principalmente el frontal) tras sufrir un accidente en una prueba, por lo que no ahondaremos más en estas cuestiones puramente mecánicas ya que ciertamente, y como se suele decir, darían para escribir un libro.
Si hablamos ahora de su conducción, todos los testimonios de los pilotos que llegaron a ponerse a sus mandos coinciden en que el Alpinche era un vehículo bastante complicado de pilotar y que incluso imponía respeto. Su ligereza, combinada con su alta potencia y un reparto de pesos poco equilibrado (muy ligero de delante y con la mayor parte del peso detrás) tenían como consecuencia que al acelerar el morro tendiese a despegarse del asfalto y que la estabilidad se viera seriamente comprometida. Para solucionar en parte este defecto, Estanislao instaló unos pequeños deflectores laterales delante de los aletines de las ruedas delanteras, buscando así cargar más el eje delantero. Pero así con todo, y a pesar de todas las modificaciones que se llevaron a cabo, el Alpinche nunca fue un coche fácil de conducir ni con un carácter noble, sino más bien todo un purasangre al que tan sólo su creador, el señor Reverter, fue capaz de domar y conseguir triunfos con él. Y es que a pesar de que dos de sus pupilos se pusieron también a sus mandos en algunas pruebas (en concreto José Pavón y Beny Fernández), tan sólo Estanislao consiguió llevarlo a la victoria, contando en su palmarés con el triunfo en pruebas como el Rally Rías Bajas (1972 y 1973), Rally Ciudad de Oviedo (1972), Critérium Luis de Baviera (1972), Rally de los Pazos (1975), o en diversas subidas en cuesta, además de otros muchos podios.