Corría el año 1977 cuando el piloto Andrzej Jaroszewicz (que por cierto era hijo del por entonces primer ministro del país) disputaba el Rally de Polonia a bordo de un Lancia Stratos. La mala suerte quiso que en una especial se saliese de la carretera y se golpease frontalmente contra un árbol, quedando toda la parte delantera destrozada y el chasis prácticamente irrecuperable, aunque por fortuna piloto y copiloto no sufrieron lesiones importantes y toda la parte mecánica del Lancia se salvó del percance gracias a la disposición central del motor y la transmisión.
Todos estos elementos mecánicos del Stratos que no se destruyeron en el accidente se enviaron al Centro de Investigación y Desarrollo de FSO con el encargo de construir un vehículo de competición sobre la base del por entonces recién lanzado Polonez, maniobra que seguramente buscaba ser una eficaz campaña de publicidad y/o propaganda. Así, para el otoño de 1978 este curioso híbrido ya estaba disputando sus primeros rallys, pero… ¿Cómo se creó un prototipo como el Stratopolonez en los talleres de FSO? Vamos a conocer sus detalles un poco mejor…
Como ya adelantamos, los principales componentes mecánicos provenían del Stratos siniestrado, y así tanto el motor como la transmisión, la suspensión o los frenos proceden del Lancia. Adaptar todos estos elementos en un utilitario como el Polonez es de suponer que no fue tarea fácil, optando los ingenieros encargados de su construcción por cortar la parte central del chasis (que es la que alberga el motor y la caja de cambios) y adaptarla a la del modelo polaco, transformando así a éste de un vehículo con motor y tracción delantera a uno con motor central y tracción trasera. Vamos, un “invento” de cuidado…
Recordemos que el motor empleado es un V6 atmosférico con 2.400 cc de cilindrada (que era el mismo que se montaba en el Ferrari Dino) y que rendía una potencia cercana a los 300 cv en la versión de competición (190 de serie). El bloque y las culatas eran de aleación ligera y contaba con dos válvulas por cilindro y una alimentación a base de 3 carburadores dobles Weber de 48 mm. La caja de cambios por su parte era manual de 5 velocidades con su correspondiente diferencial autoblocante. Como es de suponer, gracias a este fantástico equipo motor este prototipo creado a base de retales era muy rápido, siendo capaz de superar holgadamente los 200 kms/h. y acelerar de 0 a 100 en algo menos de 6 segundos, todo ello en función de los desarrollos de la caja de cambios por los que se optase.
Si lo miramos con detenimiento llaman la atención las enormes ruedas traseras que equipa. Se trata de unas llantas Campagnolo que albergan unos neumáticos de nada menos que 350 mm de anchura, mayores incluso que las que se montaban en el Stratos original, y cuya función es intentar mitigar la importante tendencia al sobreviraje (irse de atrás) que presentaba su conducción, muy complicada por otra parte, fruto de una mala distribución de pesos, la rigidez insuficiente del chasis y una geometría de la suspensión no muy lograda (como comentábamos en el artículo del Ibiza Bimotor, es realmente complicado que este tipo de “inventos” funcionen a la perfección por la gran complejidad técnica que supone su creación) . Como consecuencia también de estos anchísimos neumáticos, los inmensos aletines de los pasos de rueda traseros se antojan como un añadido obligatorio para cubrir un ancho de vías posterior demasiado “bestia” para la humilde carrocería del Polonez.
Lo que sabemos con certeza es que varios pilotos, todos ellos polacos eso sí, se pusieron a sus mandos (el propio Andrzej que siniestró el Stratos original fue uno ellos) y que compitió en rallys hasta el año 1985, momento en el que se le “jubila” definitivamente, siendo bastante probable que todas estas pruebas las disputase en su Polonia natal. Tras su retiro de la competición se decide conservarlo y pasa a exponerse en el Museo de la Tecnología de Varsovia, lugar en el que descansa desde entonces y en donde es posible verlo a día de hoy. Cabe mencionar también que en el año 2000 fue restaurado completamente por un grupo de estudiantes de la facultad de técnica automovilística de la capital polaca, ayudados y asesorados en tan compleja labor por el mecánico que se ocupaba de él durante sus años en activo. Para los amantes de los clásicos y de los coches de rally no hay duda que es una gran noticia que se decidiera conservar y exponer públicamente este singular como pocos vehículo, por lo que si algún día visitáis la capital polaca ya sabéis que os podéis acercar a ver de cerca el simpar y exótico Stratopolonez.