El Mercedes 190 era un coche correcto, cómodo, sin grandes pretensiones más allá que hacerse con un nicho de mercado que Mercedes no manejaba, y que en general no destacaba por nada bueno, pero tampoco por nada malo. Era anodino, soso, pero útil, eso sí, y medía 4.430mm de longitud, lo cual no estaba mal para llevar a la familia aún sin grandes alegrías a la hora de llevar mucho equipaje.
Mercedes era en 1982 el decimoctavo fabricante mundial y el mayor productor del mundo de coches de lujo y de gama alta.
Por entonces BMW y Audi, aunque conocidas de sobra, eran consideradas unas segundonas al compararlas con Mercedes. Pero no perdían el tiempo, y mientras Mercedes se dedicaba a vender sus clases E y S, coches grandes, BMW y Audi comenzaban a vender a cientos los accesibles BMW serie 3 y Audi 80/90.
Viendo aquel nicho de mercado sin explotar, era de rigor intentar quedarse con el trozo de pastel que le correspondía. O al menos intentarlo. La gama inferior de Mercedes comenzaba con los 200 y 200 D (serie W123) que eran coches grandes. Esa nueva oferta tenía que ser un Mercedes más económico que los indestructibles W123, que tenían de rivales naturales a los BMW serie 5 y los feos Audi 100 de la época.
Por ello lanzó el 190E en 1982 (serie W190), y en 1984 el modelo base del que hoy nos ocupa, el primer 190E deportivo, el 190E 2.3-16v. Las comparaciones del Mercedes con BMW siempre han resultado odiosas, sobre todo para Mercedes cuando a este se le achacaba la falta de deportividad de sus modelos, y era cierto que el 190E era de todo menos divertido.