Aunque últimamente parece que están recuperando ligeramente esa imagen de producto “distinto” con modelos como el Cactus o la gama DS, lo cierto es que en los últimos tiempos Citroen se había, digamos que, “estandarizado”. La marca francesa siempre se caracterizó por apostar por sus propias soluciones, por sus diseños arriesgados y peculiares, y por el empleo de una tecnología exclusiva que le daba una imagen de marca diferente e innovadora, que podía gustar más o menos pero que nadie podía negar que no era original. Grandes autos como el Traction Avant (conocido también como 11 Ligero), el simpático 2CV, el DS (también conocido aquí como Tiburón), el fallido SM o el CX dejaban bien claro que Citroen no era una marca del montón y que seguía su propio camino al margen de modas o convencionalismos. Muchos expertos afirman que este proceso de estandarización comienza con su absorción por parte de Peugeot a mediados de la década de los 70 debido a una situación económica que amenazaba con llevar a la ruina a la marca de los dos chevrones. Desde entonces, parece que la marca del león les ha obligado a adoptar un mayor conservadurismo en sus productos en detrimento de la audacia de la que hasta entonces presumía.
Quizá sus dos últimos ejemplos de todas estas características comentadas sean las dos berlinas que estuvieron en el mercado en los años 90: el Xantia y el XM. Es cierto que el C6 también podría encajar perfectamente ya que era igualmente un coche bastante inusual, pero como ya hemos hablado de él en un reportaje anterior, en esta ocasión le vamos a descartar para centrarnos en los dos primeros.
Estudiando la situación, vemos que durante la mayor parte de la década de los 90, la gama de Citroen estuvo formada por el AX (sustituido en 1995 por el Saxo), el ZX, el Xantia y el XM. Los dos más pequeños eran productos bastante estándar y no destacaban de la competencia por ningún aspecto distintivo especial, en cambio, eran las dos berlinas las que ponían la “nota diferenciadora” a la gama. Vamos a entrar en el análisis a fondo de nuestros dos protagonistas de hoy.
CITROEN XANTIA
Durante su vida comercial hubo dos generaciones disponibles, desde 1993 hasta 1998 está la Fase 1, sufriendo posteriormente el típico “restyling” para no quedarse obsoleto en sus últimos 3 años de vida, que se denomina Fase 2. Los cambios se centran principalmente en un lavado de cara exterior, mejoras en el equipamiento y modernización de los motores Diesel.
La gama de motores disponibles siempre fue bastante amplia, encontrándonos en los gasolina desde un 1.6 de 90 CV hasta un V6 de 3 litros con 194 CV desarrollado por Renault y PSA, pasando por un 1.8 de 112 CV o los diversos 2.0, con potencias que iban desde los 123 CV del 8 válvulas hasta los 150 del Turbo. En los Diesel estuvieron disponibles desde los 71 CV del 1.9 atmosférico hasta los 110 del moderno 2.0 HDI o del 2.1 TD, pasando por los 92 del 1.9 TD. Los más recomendables dentro de la opción gasolina son los intermedios 2.0, ya que presumen del mejor compromiso entre prestaciones y consumo, siendo entre los “petroleros” el más indicado el HDI por su diseño mucho más moderno (es el primer inyección directa por “common rail” del grupo PSA) que los toscos TD de inyección indirecta primitivos. Las dos opciones más modestas (tanto el 1.6 como el 1.9 D) se muestran escasas para mover el coche con un mínimo de alegría, y el V6, obviamente, es el más rápido de todos, pero a costa de un consumo bastante elevado a poco que exprimamos la mecánica. Las ventas de estas 3 versiones fueron además testimoniales, por lo que serán difíciles de encontrar en el mercado de segunda mano.